En el año 2005 tuvimos en la comunidad una actividad que muchos de nosotros no vamos a olvidar. Toda la comunidad escribió en el piso del local de la comunidad oraciones que tuviéramos para dedicarle al Señor. Un grupo de afiliados entre los que estábamos Luis Arce y yo, escribimos: “Señor, danos una casa de Siervos de la Palabra.”
Cuando en febrero de este 2017 nos pasamos a una casa comprada por los Siervos de la Palabra para vivir aquí, pude ver claramente cómo el Señor había escuchado y contestado esta oración que hicimos doce años atrás. Como cristianos sabemos que Dios escucha nuestras oraciones pero también emplea a otros para cumplir sus promesas en nosotros. La abundante ayuda que ha venido de tantos y tantos hermanos y amigos en estos años para nosotros viviendo aquí, es para mí una evidente respuesta del Señor y su forma de mostrarnos su fidelidad y su gracia.
Y claro que no vemos su fidelidad simplemente en el hecho de que nunca nos han faltado bienes materiales. Vemos también su fidelidad en las increíbles obras que ha hecho a través de nosotros en este tiempo en la juventud. Hemos podido apoyar a los adolescentes de Costa Rica y también de toda Centroamérica en los programas para ellos, proveyendo oportunidades para que tengan un encuentro personal con Cristo y decidan ofrecerle su vida para siempre. Aquí en Costa Rica me ha tocado servir al grupo de alrededor de 60 adolescentes (Shalom) y apoyar a los más de 200 que hay en las comunidades de toda Centroamérica.
La bendición y el poder de Dios los vemos muy tangiblemente en los bienes materiales, pero sobre todo esos bienes nos llegan como herramientas para hacer lo que realmente Dios quiere hacer en las vidas de muchos jóvenes: tocar sus corazones y darles plenitud y felicidad. Cada quien hace su parte, unos contribuimos con bienes materiales, otros contribuimos en conversaciones cotidianas o actividades de alto impacto, otros contribuimos con la intercesión. Lo importante es que cada uno siga haciendo su parte para que Dios pueda seguir alcanzando a tantos y tantos corazones que necesitan su luz.