«Todos compartimos un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo y las diferencias entre nuestros antecedentes son mucho más pequeñas que aquello que nos une.»
Nuestra vida está abierta a hombres de toda tradición cristiana. Todos compartimos un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo y las diferencias entre nuestros antecedentes son mucho más pequeñas que aquello que nos une. En base a esta convicción, vivimos una vida en común de oración, servicio y evangelización que busca incorporar todo lo que hacemos en común, mientras respetamos nuestras diferencias y no haciendo lo que (hasta ahora) no es posible dada la posición de nuestras respectivas iglesias.
Creemos que nuestra vida como una hermandad ecuménica es en parte una respuesta a la iniciativa del Espíritu Santo. Creemos que el Señor desea sobrepasar las divisiones entre cristianos (Juan 17:22-23), y que muchas de las Iglesias Cristianas están ansiosamente buscando unidad entre ellas.
Por lo tanto, nos unimos unos con otros como hermanos en respuesta al trabajo de Dios entre nosotros. Nosotros esperamos y confiamos que viviendo juntos como hermanos de diferentes tradiciones podamos ser un ejemplo de lo que Dios quiere hacer con todo su pueblo y ayude a extender la obra de unidad de su pueblo. Lo hacemos humildemente, reconociendo que nuestros esfuerzos son una pequeña parte de lo que Dios está haciendo en el mundo hoy. Reconocemos que este llamado es un gran desafío y que al responder debemos confiar en la gracia de Dios y la ayuda de otros.