Para nosotros Siervos de la Palabra, la Cuaresma es un tiempo muy importante. Es un tiempo donde escuchamos a Dios, buscamos su rostro, y dejamos que su gracia nos transforme.
Monterrey
El primer fin de semana de Cuaresma, los hermanos de Monterrey nos fuimos a la Sierra de Arteaga, Coahuila, para tener nuestro retiro de Cuaresma que se tituló “Siervos a la disposición del Maestro”. La temática del retiro fue tomada de Juan 15, tuvimos tres meditaciones; la primera fue sobre ser podados por el viñador, la segunda sobre permanecer en el Señor, y la tercera trato de dar mucho fruto.
En estos 3 dias, tuvimos tiempos donde pudimos fortalecer nuestros lazos de hermandad, los famosos y tradicionales «futbolitos», y sobre todo tiempos de escuchar y responder al Señor.
Señor, gracias por que nos sigues formando y nos sigues instruyendo como tus hijos y tus siervos!!!
Costa Rica
Testimonio de Rodrigo Sett
La Cuaresma es siempre un tiempo de gracia y de mucha bendición para nosotros los Siervos de la Palabra.
Siempre iniciamos la temporada con un retiro y este año nuestros Ancianos (coordinadores de nuestra hermandad), decidieron tener un mismo retiro de Cuaresma para todas nuestras casas, meditando en los primeros versículos de Juan 15 – el pasaje de la vid y los sarmientos.
En una de las meditaciones del retiro, nuestro hermano Nico Angleys habló acerca de la importancia de la palabra “permanecer” en el texto – palabra que se repite varias ocasiones. Claramente, este pasaje es conocidísimo para muchos de nosotros y corre el peligro de lo leamos por encima y dejar pasar detalles que podrían llevarnos a un profundo meditar en el Señor. En pocas palabras podríamos no estar atentos a algo nuevo que quisiera decirnos el Señor. Casi caigo en la trampa de “pasar por encima” del texto. Pero Dios no se deja ganar en misericordia. Nico mencionó algo que quedó resonando en mi mente, y que voy a parafrasear o intentar parafrasear: permanecer en Dios tiene una fuerte connotación relacional, denota una relación sólida y profunda con Dios, una relación tan cercana, como si fuera de amistad. Con eso, fue suficiente para que mi mente quedara absorbida por esta idea.
Muchas veces pasamos por alto que nuestra relación con Dios está destinada a que sea así: cercana, de amistad (claro, sin descuidar de que hay que relacionarnos con reverencia, temor y respeto) y olvidamos con facilidad el que debemos permanecer en él, en su presencia, en cercanía, como amigos.
¿Cómo podemos permanecer en Él? Era la pregunta que se revolvía en mi cabeza. Lo primero que se vino a mi mente fue orar. Y sí, claramente orar con mucha asiduidad es un excelente primer paso, pero Nico nos insistía que él creía que en el texto de Juan 15, nuestra permanencia en la vid trascendía al hecho de intensificar nuestra oración, sino que más bien se refería a mejorar la calidad de nuestra relación con Dios. La calidad de nuestra relación con Dios, va más allá de solamente orar más, incluye de manera integral el resto de nuestra vida y de nuestro ser.
Mientras seguía en la meditación de estas ideas, vinieron a mi mente dos personajes que hacían vida las palabras de Juan 15. Los personajes son Moisés y Abraham. Vaya si estos dos hombres no permanecieron en Dios (y con “menos” recursos que nosotros). Permanecieron en Él, confiando en las promesas de Dios, guardando y obedeciendo sus mandamientos, atentos a escucharle especialmente en tiempos de incertidumbre y viviendo el amor y la misericordia. Lo que más me impresiona de ellos fue su capacidad de obedecer a la Palabra de Dios – dejando casa, familia y hasta prestigio por algo aún mayor, mucho más perfecto. En pocas palabras, adhiriéndose a la verdadera vid.
Esta idea de permanecer en Él ha suscitado en mi un profundo deseo de ahondar en mi amistad, en mi cercanía, en mi capacidad de permanecer en Cristo. Un tiempo de poda, un tiempo de transformación. Si hay una relación que vale la pena invertirle todo lo que somos y tenemos, es nuestra relación con el Señor ya que sólo él puede nutrirnos de verdad y llevarnos hacia el verdadero cumplimiento para lo que fuimos creados. Abracemos esta verdad, la verdad de que Cristo nos ha acercado hacia Él – nos llamó sus amigos, y quiere que estemos unidos a Él.
Que Dios nos de su gracia para permanecer en su amor y en su presencia, para que así podamos cada día parecernos más y más a aquello que Él tenía en mente para nosotros desde el inicio. Amén.